Creemos que el don de la videncia es un regalo de la Vida. Un medio por el cual el Universo ofrece una herramienta más para el servicio de la humanidad. Nacer con el no significa que sea un camino fácil. Si bien puede semejarse que es un privilegio, la responsabilidad que conlleva nos hace deudores para siempre.
Durante casi treinta años y miles de consultas, una de las primeras cosas que se aprende es que la oportunidad de poder ser útil se convierte en una recompensa que se vive día a día.
Es por eso que desde el inicio se decidió que poner un precio por algo dado no entraba dentro de esta perspectiva. Cobrar la voluntad no significa ir con un precio ya predispuesto por el consultante, sino más bien que el cliente ofrece el pago en consecuencia del grado de satisfacción por el trabajo realizado y así, todo retorna a su origen.